La exposición «Equivocada no es mi nombre», se presenta en LABoral Centro de Arte como un proyecto expositivo cercano a fechas tan destacadas como el 23 de septiembre, Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, y del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha nacida desde el movimiento feminista para conmemorar el asesinato de las tres hermanas Mirabal en la República Dominicana en 1960.
La Asamblea General de la ONU, en 1999, se hizo con la reivindicación, estableciendo la fecha como hito para el grito común contra una violencia que supone la principal causa de muerte e incapacidad entre las mujeres.
Los datos son alarmantes: una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual; casi 750 millones de mujeres y niñas en todo el mundo fueron casadas antes de cumplir 18 años; el 71% de las víctimas de trata son mujeres y niñas, y tres de cada cuatro son utilizadas para la explotación sexual.
Equivocada no es mi nombre plantea un recorrido por las obras de artistas de trayectoria nacional e internacional que han trabajado denunciando estas violencias desde el lenguaje visual, como el vídeo, la instalación o la performance…
Partiendo de las artes como herramienta transformadora de la realidad, esta exposición propone estas obras como una reflexión sobre la creación artística y el activismo feminista, algo común a todas las presentes, y plantea nuevos debates sobre las múltiples manifestaciones de la violencia contra las mujeres. Todas las participantes son artistas, como no podía ser de otra manera, comprometidas con una realidad que, como señala António Guterres, Secretario General de la ONU, «hasta que las mujeres y las niñas, que constituyen la mitad de la humanidad, vivan sin miedo, sin violencia y sin inseguridad diaria, no podremos afirmar realmente que vivimos en un mundo justo y equitativo».
No están todas, sería imposible abarcar todo el corpus de trabajos que cientos de artistas han realizado durante décadas para denunciar la violencia contra las mujeres. Se ha buscado plantear, en esta exposición, un recorrido amplio por algunas de las muchas vías en las que el patriarcado agrede a las mujeres sólo por el hecho de serlo. Nosotras seguimos enfrentándonos al acoso, a la violencia, a las amenazas, a silencios cómplices, a no ser creídas cuando denunciamos agresiones, a que se cuestione nuestra palabra… pero también seguimos respondiendo sin dar un paso atrás. El sistema artístico no ha sido menos, con grandes artistas que han querido utilizar su herramienta de expresión, su obra, como lugar de denuncia, de concienciación, de respuesta a una violencia constante.
Como señala la filósofa Amelia Valcárcel, “una cadena es lo fuerte que sea el eslabón más débil”, apuntando a que “la libertad de las mujeres no está planetariamente conseguida”. Nacer mujer hoy, en muchos sitios, sigue suponiendo enfrentar una realidad que, en los mejores casos, implica una desigualdad salarial frente a los compañeros hombres, y en el peor, violaciones, matrimonios forzados, mutilación genital…
El arte y la cultura son espacios de reflexión, de pensamiento compartido, de planteamiento de preguntas, de cuestionamiento del statu quo. El sistema del arte no es ajeno a las problemáticas que afectan a las sociedades y así lo ha demostrado a lo largo de los siglos, con artistas y obras que han intentado plantear nuevos puntos de vista ante los conflictos humanos. El arte que quiera ser político y busque transformar de verdad estas realidades injustas debe ser, naturalmente, feminista, porque solamente aquel planteamiento que sea genuinamente democrático será, en consecuencia, igualitario.
Artistas: Pilar Albarracín, Yolanda Domínguez, Sandra Paula Fernández, Ana Gallardo, Sukran Moral, Esther Pizarro, Martha Rosle
Comisariado por: Semíramis González
2018